viernes, 13 de diciembre de 2013

Clavada en el suelo

Una noche larga, hasta las 4 de la madrugada, cargada de rabias, malos entendidos, discusiones, tristezas, lagrimas, así termino el día, lo que tan solo significaba que el nuevo día que comenzaba en unas dos horas, seria un difícil y largo día.

No desperté con una sonrisa, a fuerza de lidias pude levantarme y al mirar mi cara gruñona en el espejo, pude notar mas ojeras de las que ya tengo y el ceño fruncido, no serian bueno días.

Al final pude salir, con el alma triste, el corazón arrugado y un aspecto no muy favorable, con un montón de pensamientos y otro poco de culpabilidades, el día era lindo, creo, no pude apreciarlo muy bien, aunque con frecuencia miro al cielo, disfruto del aire golpeando en mi cara, y siento ese calor del sol mañanero, esa mañana no fue así, solo tenia mi mirada clavada en el suelo, mientras pensaba muchas cosas, sin concluir o entender nada.

Una sola pregunta clara ¿que esta pasando?, ni una sola respuesta que logre aclarar la situación.

Todo el día la pensé, todo el día me pensé, todo el día pensé una situación tan absurda, como las mil y una peleas y a pesar de todo solo hubo una sola conclusión que aunque no resolvía nada era lo único claro que tenia... La quería demasiado.

Su mensaje en el almuerzo hizo que esbozara una pequeña sonrisa, quizá me tranquilizo, quizá regalo un poco de calma en ese día tan largo, en el cual mi cara y mi estado de animo no eran el mejor. 

Estaba ahí sin ganas de trabajar, sin ganas de nada, triste y sin saber que hacer, hasta que me llamo, seguramente no tenia muchas ganas de hablar, seguramente no sabia ni que decir, pero ahí estaba ella, hablándome con esa voz que tantas veces me ha enamorado y esa voz que tantas veces he hecho enojar y no ha dicho las mejores cosas, pero era la voz de ella, era la voz de la mujer que quiero.

El día acabo, pude sentir como la tarde era bonita, pero yo no quise apreciarla, no quise detallarla como normalmente lo hago, se que el cielo estaba cargado de colores, se que las luces de la navidad le daban un espíritu a la ciudad de reconciliación, de alegría, se que la gente conversaba, se reían, pero ahí estaba yo, confundida, con mi mirada en el suelo, con esos ojos, de los que ella hablaba con tanto amor la noche anterior, clavados en el suelo, como si buscara una respuesta a todo en las lozas de cemento, en el pasto, como si buscara una solución en ese asfalto, asfalto que ella días antes me explicaba como funcionaba, mientras estudiaba conmigo, me di cuenta que hasta con esa mirada clavada en el suelo la siento, la veo y quizá me fue dando la respuesta de que acá la única solución es ella, que lo único que puede salvarme, salvarla, es quererla, perdonarla, perdonarme, amarla, tratar de comprenderla, apoyarla y hacerla feliz.


Eliiana García

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